La carrera ciclodeportiva terminó con los 200 participantes exhaustos pero satisfechos del éxito conseguido tras haber coronado la subida del Valle de Las Lágrimas.
Los ganadores del año pasado revalidaron título, el ciclista italiano Piero Lorenzini y la rumana Manuela Muresan se impusieron al resto del pelotón con una estrategia bien estudiada y desmarcándose del resto en el último tramo cronometrado.
El podio masculino lo conformaron, junto a Lorenzini con un tiempo de 4 h 30 min y 46 seg, en segundo lugar Jozsef-Attila Malnasi con una marca de 4 h 35 min 38 seg y en el tercer escalón de los elegidos Blas Rivero con 4 h 38 min 8 seg.
La clasificación femenina, encabezada por Manuela Muresan con 4 h 54 min 14 seg, se completó con Susan Maclean y Agata Madej, con marcas de 4 h 58 min 17 seg y 5 h 41 min 35 seg respectivamente.
Por su parte, los padrinos Óscar Freire y Óscar Pereiro disfrutaron de la dureza y la competición de La Titánica. Ambos declararon que el sobrenombre de la subida es bien merecido.
De nuevo el Valle de las Lágrimas decidió la carrera. Pero no todo fueron celebraciones, pues más de 20 corredores abandonaron durante la batalla a dos ruedas.
200 historias de se esconden detrás de cada maillot, pero la de Íñigo Rodríguez sorprende por su capacidad de superación. Dejando atrás cualquier límite, el navarro llegaba al final de la prueba con una amplia sonrisa a la edad de 68 años.
Con las vistas sobrecogedoras del interior de la Isla de Gran Canaria, los ciclistas apretaron los dientes a lo largo de los 143 kilómetros de la prueba y se disputaron cada segundo de los tramos cronometrados con una deportividad extraordinaria.
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