Marco Aurelio reconoce a los bomberos de Maspalomas su ayuda solidaria en Valencia

En nombre de la población de San Bartolomé de Tirajana, el alcalde Marco Aurelio Pérez Sánchez y el sexto teniente de alcalde y concejal de Seguridad y Emergencias, José Carlos Álamo Ojeda, felicitaron y agradecieron personalmente este miércoles a la plantilla de bomberos del Servicio Municipal de Extinción de Incendios y Salvamento de este municipio la “la valiosa ayuda” que prestaron a los afectados por las inundaciones de Valencia.

Los efectivos del cuerpo de bomberos de Maspalomas se unieron al contingente de bomberos canarios que viajaron en distintas tandas a principios de este mes de noviembre a las zonas afectadas por la Dana para participar y ayudar en las labores de rescate, limpieza y reconstrucción de los enclaves más castigados por la riada.

Tanto Marco Aurelio Pérez como José Carlos Álamo agradecieron “la entrega solidaria personal y profesional” con la que los bomberos de Maspalomas afrontaron esta iniciativa de colaboración humana y profesional que tanto requirió la población damnificada en los días inmediatamente posteriores a los efectos devastadores del agua y del barro.

Los bomberos de Maspalomas viajaron a Valencia en distintas tandas de relevo junto a sus compañeros del Consorcio de Bomberos de Gran Canaria, Tenerife y otras islas, para contribuir a labores de reconstrucción, limpieza y recuperación de infraestructuras necesarias que resultaron enormemente dañadas por la riada. 

En el equipamiento que los bomberos del municipio transportaron hasta Valencia se incluyó material especializado, entre otros tres bombas de achique, dos grupos electrógenos y focos de iluminación portátiles necesarios para áreas sin suministro eléctrico.

A los operativos de San Bartolomé de Tirajana se le encomendaron labores de apoyo técnico y de protección a los trabajos de achique, desagüe, extracción de vehículos, restablecimiento energético y estructuración del banco de alimentos en la localidad de Alfafar, en cuyas calles devastadas volcaron toda su actividad profesional en jornadas intensivas de hasta 16 y 18 horas seguidas.