Martes, 09 de Septiembre de 2025

Actualizada Martes, 09 de Septiembre de 2025 a las 20:11:56 horas

Canarias y la Internacional Reaccionaria

Por Antonio Morales Méndez Presidente del Cabildo de Gran Canaria

Redacción2 Lunes, 20 de Enero de 2025

Este lunes 20 de enero, Donald Trump asumirá por segunda vez la presidencia de los Estados Unidos. Su
reelección representa un gran triunfo para la llamada “internacional reaccionaria”, un movimiento
compuesto por diversas corrientes de derechas y extremas derechas —neofascistas, nacional-populistas, y
ultraliberales, entre otros— que ponen en peligro pilares fundamentales de nuestras democracias. Entre
estos se encuentran el Estado del Bienestar, los derechos de las mujeres y las minorías, así como el respeto a
la legalidad internacional.

 

Tal y como ya comenté en mi artículo de la semana pasada, aunque pueda parecer distante, esta situación
implica serios riesgos para Canarias. Un elemento común de los movimientos de derecha radical es su
negación del cambio climático, su oposición a las energías renovables y su apuesta por los combustibles
fósiles. Trump ha llamado insistentemente a intensificar las extracciones de combustibles fósiles y el mismo
canciller socialdemócrata alemán Olaf Scholz ha pedido a Von Der Leyen que flexibilice los estándares
medioambientales para impulsar la competitividad de su economía, tal y como pide la ultraderecha de su
país. Este enfoque sería devastador para un territorio como el nuestro, que ya experimenta con especial
intensidad los efectos de la emergencia climática. Para Canarias, la mitigación y adaptación al cambio
climático no solo es una necesidad, sino también una oportunidad para un desarrollo verdaderamente
sostenible.

 

Es ampliamente conocido que Canarias, por su posición geográfica, juega un papel estratégico importante en
el comercio internacional marítimo. El Puerto de Las Palmas está creciendo como centro logístico principal
del Atlántico medio y ya en 2021, cuando el accidente de un barco inhabilitó el Canal de Suez durante una
semana, Las Palmas se erigió como vía alternativa de tráfico marítimo. Por ello una guerra comercial
derivada de las políticas arancelarias ultraproteccionistas como las que han anunciado Trump u otras
derechas radicales, podría truncar el desarrollo del Puerto como una vía de diversificación e innovación para
nuestra economía.

 

En su primer mandato, Trump reconoció unilateralmente la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental,
un gesto que probablemente se traduzca en un fortalecimiento del reino alauí como potencia regional
durante su segundo mandato. Para Canarias, esto es una noticia preocupante, especialmente considerando
los múltiples conflictos abiertos con Marruecos: disputas sobre aguas territoriales, la explotación de tierras
raras, maniobras militares o prospecciones petrolíferas.

 

Y resulta mucho más grave tras el mensaje lanzado hace unos días de que pretende anexionarse por la fuerza
Groenlandia y el Canal de Panamá y de que, incluso, Canadá podría ser un nuevo estado de Estado Unidos.
Como escribió Miguel Roca el pasado martes en La Vanguardia se trata de algo “muy serio, muy grave y muy
preocupante (…), una amenaza que genera incertidumbre y trastoca el orden internacional”. Para el político
catalán esta amenaza de Trump recuerda a cuando Adolf Hitler “reclamaba el derecho de ocupar el espacio
vital que Alemania necesitaba para asegurar su crecimiento y su seguridad”.

 

La reelección de Trump se inscribe en una ola reaccionaria que ha impulsado a fuerzas de extrema derecha
en todo el mundo. En Europa, líderes como Viktor Orbán en Hungría y Giorgia Meloni en Italia representan
esta tendencia. En Austria, el Partido de la Libertad, con raíces en el nazismo, ha sido encargado de formar
gobierno tras ganar las elecciones. En Alemania, la AfD, otro partido con reminiscencias neonazis, espera
obtener resultados destacados en las elecciones de febrero, mientras que en Francia, Marine Le Pen lidera
las encuestas en medio de la mayor crisis político-institucional de la historia reciente del país.

 

El fenómeno no se limita a Occidente. En América Latina, fuerzas reaccionarias han ganado terreno,
utilizando estrategias similares a las de Trump, como la desinformación y el populismo autoritario. El
ascenso de gobiernos de corte ultraderechista en Argentina, con Milei, y en otros países, demuestra que la ola reaccionaria tiene alcance global, impulsada en parte por el debilitamiento de las instituciones
internacionales y el auge de líderes que priorizan agendas nacionalistas excluyentes sobre el
multilateralismo.

 

Sin embargo, limitar el análisis a los triunfos electorales sería un error. Estamos ante una profunda
derechización de los valores, el pensamiento y el debate público. Incluso, principios antes incuestionables,
como el apoyo a la democracia, están siendo erosionados. Esto es especialmente preocupante entre los
jóvenes: según una encuesta de septiembre publicada por El País, uno de cada cuatro hombres de entre 18 y
26 años considera que el autoritarismo puede ser preferible a la democracia en ciertas circunstancias.

 

Las redes sociales, que son un espacio clave de socialización para las nuevas generaciones, han
desempeñado un papel significativo en esta deriva. Bajo la influencia de magnates como Elon Musk, estos
espacios se han convertido en plataformas para la difusión de bulos, mensajes de odio e ideas reaccionarias.
Musk, en particular, ha utilizado su poder para desestabilizar democracias, apoyando abiertamente a
partidos extremistas en Europa.

 

Un ejemplo reciente es su campaña en redes sociales para desacreditar al primer ministro británico, Keir
Starmer, acusándolo falsamente de encubrir una red de pederastas pakistaníes. Lo irónico es que Starmer
fue clave en llevar a los culpables ante la justicia. Este tipo de manipulaciones muestran cómo un excéntrico
multimillonario con inclinaciones autoritarias puede amenazar a gobiernos democráticos sin que existan
mecanismos efectivos para detenerlo.

 

La labor prioritaria de los nacionalistas de izquierda debe ser interpretar y responder a los retos globales
desde nuestras coordenadas. No podemos limitarnos a ser espectadores, debemos intervenir activamente
desde una perspectiva local. Por nuestra situación geográfica y por nuestras características únicas, Canarias
es particularmente vulnerable a fenómenos como el cambio climático, la inestabilidad en el Sahel y África
Occidental, las políticas migratorias y las turbulencias en el comercio internacional. Estos desafíos tienen un
impacto directo en nuestra sociedad y en nuestra economía.

 

Es fundamental, por tanto, que las personas y las organizaciones progresistas de Canarias desarrollemos un
proyecto de país y de gobierno que haga frente a esta ola reaccionaria. Desde la humildad, pero con
determinación, debemos organizarnos para ser influyentes en el Congreso de los Diputados y contribuir a
revertir esta dinámica en España. Asimismo, debemos librar la batalla cultural en defensa de nuestra
identidad, que se basa en la apertura, la tolerancia, la paz, el respeto y la convivencia.

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