El Gobierno de la isla aporta 150.00 euros, decisivos para acometer la restauración, que también ha recuperado elementos ocultos
El presidente del Cabildo, Antonio Morales, alabó el ejemplo histórico de “superación e integración” de la población de La Isleta
La luminosidad ha regresado a la fachada de la Parroquia de Nuestra Señora de La Luz, en el barrio de La Isleta de Las Palmas de Gran Canaria, tras la restauración presentada hoy y con la que el Cabildo contribuyó de manera decisiva con la aportación de 150.000 euros a través del Área de Presidencia. Además, durante la obra afloraron restos ocultados en los años setenta, como uno de los tres rosetones, el cual se empleó además como molde para replicar el resto y devolverlos a su estado original.
“Agradezco la aportación de quienes han asesorado e impulsado esta restauración”, afirmó esta tarde el presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales, en la presentación pública de la intervención, donde destacó también que “la implicación del Gobierno de la isla se enmarca en nuestra colaboración permanente con la Diócesis para la salvaguarda de los numerosos y valiosos bienes patrimoniales que se reparten por toda la isla”.
Explicó además que la implicación del Cabildo ha resultado fundamental, tanto al tratarse de la mayor cuantía en inversión, como por su compromiso con el proyecto de restauración desde su inicio, lo que resultó clave para el inicio de los trabajos.
“El mayor legado religioso lo encargan quienes convierten sus vidas en un testimonio de entrega al prójimo. Y hoy este planeta envuelto en conflictos bélicos como el del genocidio de Gaza, hambre y desigualdades sociales necesita personas buenas que luchen por cambiar esta realidad”, manifestó Morales en un acto en el que también participaron la alcaldesa de Las Palmas de Gran Canaria, Carolina Darias; el consejero de Educación del Gobierno de Canarias, Poli Suárez; y el obispo de Canarias, José Mazuelos.
La rehabilitación tenía entre sus objetivos establecer un hilo conductor entre el exterior y el interior del templo, situado en el lugar donde tuvo lugar la primera misa oficial en Gran Canaria, en 1478, a cargo del deán Bermúdez en la mañana del 24 de julio.
El templo alberga una imagen de Nuestra Señora de la Luz obra del insigne imaginero grancanario José Luján Pérez, obra datada en 1796. Además, contiene diversas piezas artísticas de considerable mérito, además del juego de 17 vidrieras de gran tamaño realizadas en Francia, así como un Viacrucis de finales del siglo XIX.
El templo actual, inaugurado en el primer cuarto del siglo XX, sustituye a cuatro ermitas anteriores y es obra del arquitecto Laureano Arroyo, siendo el único de bóvedas de media naranja junto a la Catedral de Canarias en la Plaza de Santa Ana.
“Los edificios lo ven y lo escuchan todo en su silencio. Contemplan y callan, con la prudencia de la piedra. Nos observan, seguro que muchas veces con incredulidad. Y otras, con admiración. Son testigos de nuestros logros y también de nuestros pesares. De las angustias y de las esperanzas humanas”, reflexionó el presidente del Cabildo.
“No siempre ocurre, pero a veces sucede que algunos de ellos, por su origen, ubicación, antigüedad y por la vocación con la que fueron levantados, nos acompañan en el camino, obrando el milagro de caminar a nuestro lado sin moverse de su lugar, guiándonos como una referencia inalterable. Como un faro. Como una luz que jamás se difumina”, evocó.
“La Parroquia de Nuestra Señora de La Luz es uno de los más claros ejemplos de una edificación perfectamente insertada en la historia y el presente de Las Palmas de Gran Canaria, y muy en especial en el entorno portuario y el Barrio de La Isleta. Más que una edificación, este templo es un personaje con vida propia sin el que no puede entenderse la esencia y la evolución de esta zona fundamental de la capital insular”, señaló.
Morales agregó que “la biografía del templo está íntimamente ligada al devenir de la población y de los asentamientos urbanos que proliferaron al calor del auge portuario. Aquellas gentes necesitaban voz y apoyo en sus justas reivindicaciones sociales, especialmente en el tránsito del siglo XIX al XX”.
El presidente insular rememoró que “el barrio de La Isleta pasó de ser una pequeña criatura, casi una recién nacida, y se convirtió en un experimento demográfico del que había pocos antecedentes en Canarias, al pasar de apenas 2.000 habitantes en 1891 a 10.000 en 1910”.
“En 1914, cuando se inauguró este templo con música y estruendo de voladores, la población ya superaba los 16.000 habitantes. La parroquia creció a trompicones, con carencias presupuestarias, sacando casi de donde no había, haciendo uso de la imaginación, del mismo modo que construían sus hogares vecinos y vecinas, arremolinando casas y sueños”, recordó también.
“Una vez abiertas sus puertas, la Parroquia se convirtió de inmediato en un corazón espiritual, pero también en un pulmón social. Y fueron las mejores personas de la Iglesia, aquellas que dedican su vida a las vidas de los demás, quienes transformaron el templo en un actor imprescindible en La Isleta y el Puerto”, manifestó.
“Como los muros de la parroquia no hablan, lo hicieron quienes hicieron su labor entre ellos. Fue el caso en el siglo XX del recordado párroco Simón Pérez, que conectó con los más pobres. Seguía la estela dejada por las ideas socialmente avanzadas del Obispo Pérez Muñoz, que da nombre a esta calle, la principal puerta de entrada al barrio, como un guiño para que los avances sociales sigan penetrando en La Isleta”, enfatizó.
“Más allá de las dificultades, los hombres y mujeres que han modelado La Isleta a lo largo de las décadas nos brindan un ejemplo de superación e integración, incluso cuando los instigadores del odio intentan echar por tierra un modelo de convivencia que nos llena de orgullo e inspiración”, reconoció.
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