La consejera de Desarrollo Económico, Minerva Alonso, asistió al acto y destacó el valor transformador de este programa socio-comunitario apoyado por la institución insular.
El Cabildo de Gran Canaria acompañó este jueves a las participantes del proyecto Tejedoras de Unidad – “Cosiendo Comunidad” en un emotivo desfile que puso fin a un nuevo año de trabajo, aprendizaje y creación colectiva. La iniciativa, impulsada por la asociación EDUCOM y dirigida especialmente a mujeres del barrio de Jinámar, cuenta desde hace tres años con la financiación continuada de la Consejería de Desarrollo Económico, que ha permitido su consolidación y crecimiento.
El acto se convirtió en una auténtica celebración comunitaria. Las participantes desfilaron con todo tipo de prendas confeccionadas por ellas mismas —chalecos, blusas, chaquetas, faldas, vestidos y otras piezas elaboradas durante el curso— mostrando la evolución técnica y creativa alcanzada a lo largo del año. Además, fueron también las autoras de toda la decoración de la sala, desde muñecos de tela navideños hasta otros detalles artesanales, que dieron al espacio un ambiente cálido y festivo, reflejo del cariño invertido en cada puntada.
La consejera de Desarrollo Económico, Minerva Alonso, destacó durante el evento que “este taller demuestra que la costura es mucho más que un oficio: es un lugar donde se tejen redes de apoyo, autoestima y futuro. Aquí se acompaña, se aprende y se construyen oportunidades reales para que estas mujeres puedan desarrollar proyectos propios y alcanzar autonomía económica”, comentó en relación al programa Gran Canaria Me Gusta a través del cual se establece el apoyo y en el que, en un futuro, podría plantearse la integración de estas alumnas.
El proyecto nació para responder a la demanda de numerosas mujeres de Jinámar que buscaban un espacio seguro donde aprender corte, confección, bordado, patronaje, arreglos o customización, a la vez que compartían tiempo y experiencias con otras compañeras. En su primer año, el Cabildo destinó casi 20.000 euros para poner en marcha el taller —mesas, maquinaria y equipamiento básico— y desde entonces ha mantenido una financiación anual equivalente, permitiendo adquirir maquinaria especializada, cubrir los costes de las monitoras y sostener un espacio que hoy es un verdadero refugio comunitario.
Además de la formación técnica, el proyecto proporciona un entorno de bienestar emocional y apoyo mutuo, donde las participantes encuentran un lugar para expresarse, aprender y construir comunidad. “Cuando una mujer gana confianza y conocimiento, lo gana también su familia y su barrio. Este proyecto es una prueba de que la transformación social se cose día a día, puntada a puntada”, añadió la consejera.
Actualmente, 60 mujeres participan activamente en el taller y, desde su creación, más de 200 han pasado por esta iniciativa, que mantiene lista de espera continua debido a su gran acogida. Aunque el programa está dirigido prioritariamente a mujeres, permanece abierto a hombres que deseen participar.














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